Panorámica de Tablada de Lurín desde la Biblioteca
A pesar del otoño, la asistencia de los niños a la “Casa de la Cultura” apenas se ha resentido. En años anteriores, la llegada del frío suponía un progresivo aumento de las ausencias no justificadas a la Biblioteca. De los más de 150 niños que iniciaron el nuevo curso con nosotros, la mayoría de ellos siguen viniendo a estudiar a la Biblioteca con regularidad casi diaria. Los niños que se han dado de baja han sido sustituidos a continuación por otros que esperaban en la lista de espera para posibles vacantes. Los chicos son responsables y perseverantes, lo cual es motivo de una doble satisfacción para la “Casa de la Cultura”: porque los niños disfrutan invirtiendo su tiempo en su formación personal e intelectual, y porque el proyecto educativo de la Biblioteca y el trabajo de sus tutores está obteniendo resultados positivos. Que los niños decidan libremente venir a la “Casa de la Cultura”, en lugar de pasarse las horas en la calle o “flojeando” en casa, es la mejor muestra de agradecimiento que ellos pueden dar a todos aquellos que hacen realidad la Biblioteca. Un premio emocional de inmenso valor que, sin embargo, no asegura unos buenos resultados escolares.
Óscar, un chico de la Biblioteca
Uno más uno no siempre es dos en la escuela; y un buen plan de estudios no certifica unas satisfactorias calificaciones para el estudiante. A veces, por el nerviosismo. A, veces, por la inseguridad personal. A veces, por mala suerte. Y a veces, y esta posibilidad es la que más preocupa a los tutores de la Biblioteca, porque el estudio es mera apariencia improductiva. La presencia rutinaria en nuestra Biblioteca puede ser engañosa ya que no implica, forzosamente, que el niño aproveche realmente su tiempo. El mes de junio desvanecerá los posibles espejismos: llega la primera serie de exámenes escolares. Es el momento de comprobar, a través de números, que no siempre son justos ni fiables, pero es la medida establecida para valorar la capacitación de los estudiantes, si los niños que acuden a la Biblioteca han sido responsables, se han esforzado y han invertido sus horas en un estudio verdadero, motivado y productivo.
Sean cuales sean los resultados finales, los tutores de la Biblioteca seguiremos haciendo nuestro trabajo. La “Casa de la Cultura” no es la panacea para resolver, de la noche a la mañana, todas las deficiencias y necesidades de la educación y formación de los niños de Tablada de Lurín. Pero sabemos que nuestro proyecto educativo ayuda, ampara y sostiene, que es una iniciativa deseada y consolidada, y, por tanto, que tiene más de una razón de ser para existir y seguir trabajando. Y así continuaremos, día tras día, con las mismas ganas de siempre y convencidos de la importancia de nuestra labor, recibiendo a los niños del barrio y sin prestar más atención de la necesaria a las calificaciones que puedan obtener en sus escuelas. Porque la educación y formación de un niño es demasiado compleja e importante para ser valorada, única y dictatorialmente, por un simple e insignificante número.
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